Tócala otra vez
pero no sientas tus dactilares la palma
de la mano
que su piel te envuelva en la tersura
de lo inalcanzado
de lo aún inasible
Tócala otra vez
que su carne sea el umbral de la
tangencia
que una lenta ignición se apodere y cubra
todo
todo sea incinerado
Tócala otra vez
adéntrate en sus aguas tranquilas
escribe su nombre en el silencio de su
espalda
que cada recorrido por su cuerpo
sea nombrar el mundo nuevamente
Tócala otra vez
que trascienda la caricia ese contacto
y cedan el tiempo y la materia ante su
pulso
que sus nervios los tuyos la vorágine
devasten el entorno lo calcinen
Ahora
tócala otra vez.
Alí Calderón, “Las correspondencias” (Ed.
Visor, 2015)
Imagen: Remedios Varo, "Planta"
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